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Michelena: pintor de la burguesía

"Se hizo moda en Caracas el hecho de que las familias más adineradas poseyeran uno o más retratos con las firmas de pintores consagrados (...) Cuando Michelena regresó a Venezuela por primera vez, el retrato de firma prestigiosa estaba de moda en una sociedad en la cual Guzmán Blanco había contribuido a introducir el amor al lujo y la ostentación" (Calzadilla, 1973: 65).

Partiendo de este pensamiento estamos claros de los gustos afrancesados que prevalecían en la alta burguesía caraqueña heredera del período guzmancista. A esto se suma el gusto de la sociedad caraqueña por el estilo neoclásico-academicista que ofrecía un modelo estético y ético a seguir, de exaltación de las virtudes.

En los retratos de la época quedan marcados las diferencias de género. Los hombres eran retratados fuera de sus hogares, en labores militares o en el ejercicio de altos cargos en el gobierno. Por su parte, las mujeres eran retratadas en la intimidad de su hogar, como garantes del honor, el pudor, la moral y las buenas costumbres que debían de prevalecer en el hogar. Las mujeres en los retratos decimonómicos, y en especial en este período, representaban el pilar fundamental de la moral y de la dignidad de sus familias.

Analizaremos los tres retratos que abajo se exponen.

Lastenia Tello fiel y devota esposa de Arturo Michelena desde 1890 hasta el día de la temprana muerte del pintor, acaecida el 29 de julio de 1898 por causa de la tuberculosis. Dedicó el resto de su vida a resguardar el legado artístico de su amado esposo.

María Ibarra de Matos cuñada de Antonio Guzmán Blanco y esposa de Manuel Antonio Matos, prestigioso militar y hombre vinculado al sector financiero y comercial del país, llegó a ser uno de los hombres más ricos de Venezuela.

Josefina Blanco de Zuloaga, hija del respetado escritor venezolano Eduardo Blanco, gran amigo de Arturo Michelena desde 1883 cuando tuvieron la ocasión de conocerse durante la Exposición Nacional del Centenario del Libertador.

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